viernes, 14 de agosto de 2020

¿Fue el Concilio Vaticano II "sólo" pastoral? ¡No!




Dando el bautismo de fuego a este blog, e iniciando así la serie sobre el equivalente del siglo XX a los veterocatólicos, tengo el honor de presentarles la que será la primera parte de la serie El tradicionalismo contrastado. Antes que nada, unas aclaraciones.
Primero que nada, no, no soy un modernista. Es necesario aclararlo puesto que quien se mueva en el ámbito católico se habrá cruzado más de una vez con esos especímenes que, escudándose en el espíritu del Concilio, dan lugar a toda suerte de desviaciones e incluso herejías, a quienes repudio tanto o más que al más obstinado y radical de los lefebvrianos.
Segundo, este artículo es más que nada una recopilación de información disponible en la red en inglés, que en este triste hemisferio, como suele ser, rara vez llega, dándole el monopolio del debate a, entre otros, los conspiranoicos que afirman que San Pablo VI fue reemplazado por un doble. Estoy por tanto, consciente de mi falta de originalidad en materia de estilo y temática, lo cual no es un problema por el sencillo motivo de que no es mi objetivo jactarme de ellas. 
Dicho esto, podemos dar inicio a la función.



El Concilio Vaticano II

Podrás opinar lo que quieras de sus resultados, pero nadie puede cuestionar que el Concilio Vaticano II fue un momento clave en la historia reciente de la Iglesia, cuyos efectos últimos están aún por verse. 
El Concilio Vaticano II fue un Concilio ecuménico anunciado por el Papa Juan XXIII el 25 de Enero de 1959, como un medio de renovación espiritual para la Iglesia. 
Las comisiones preparatorias nombradas por el Papa prepararon una agenda y produjeron borradores de decretos sobre varias temáticas, y que abrió el 11 de Octubre de 1962.
Los convocados al Concilio incluyeron a todos los obispos católicos y ciertos otros dignatarios de la Iglesia.
Invitados a las sesiones del Concilio, pero sin derecho a voto, hubo observadores de las principales comunidades cristianas separadas de Roma.
El trabajo de las comisiones preparatorias había sido realizado por miembros de la Curia (para los no católicos, la burocracia papal), mas una vez que se abrió el consejo, los padres conciliares de diversas partes del mundo fueron agregados a las comisiones. Los decretos revisados que surgieron de tales discusiones tendieron a tener un punto de vista más progresivo. El trabajo del consejo continuó bajo el sucesor de Juan XXIII, Su Santidad Pablo VI, y las sesiones se convocaban cada otoño hasta que el trabajo del Concilio se completó el 8 de Diciembre de 1965. Dieciséis documentos fueron promulgados.
La Constitución Dogmática sobre la Iglesia, la famosa Lumen Gentium, refleja el intento de los padres conciliares de utilizar términos bíblicos en lugar de categorías jurídicas para describir a la Iglesia. El tratamiento de la estructura jerárquica eclesial contrarresta de algún modo con el énfasis monárquico del Concilio Vaticano I. Enseña sobre el papado dando peso al papel de los obispos. La enseñanza de la constitución sobre la naturaleza de los laicos (aquellos que no están en un orden sagrado) tenía la intención de proporcionar la base para el llamado de los laicos a la santidad, y compartir la vocación misionera de la Iglesia. Al describirla como pueblo de Dios, un pueblo peregrino, los padres proporcionaron la justificación teológica para el cambio de la postura defensiva e inflexible que había caracterizado gran parte de la práctica católica desde la Reforma Protestante.
La Constitución Dogmática sobre la Revelación Divina (o Dei Verbum) intenta relacionar el papel de la Escritura y la Tradición con su origen común en la Palabra Dios, que se ha comprometido con la Iglesia. El documento afirma el valor de la Biblia para la salvación, mientras mantiene una actitud abierta hacia su estudio académico.
La Constitución sobre la Sagrada Liturgia (Sacrosantum Concilium) establece el principio de una mayor participación de los laicos en la celebración de la Misa y la administración de los Sacramentos.
La Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo de Hoy (Gaudium et Spes) reconoce los profundos cambios que la humanidad está experimentando e intenta relacionar el concepto de la Iglesia en cuanto a sí y la Revelación con las necesidades y valores de la civilización contemporánea.
El Concilio también promulgó decretos (documentos sobre cuestiones prácticas) en cuanto a los deberes pastorales, el ecumenismo, las Iglesias del rito oriental, el ministerio y la vida sacerdotal, el apostolado de los laicos, etcétera.
Además, se produjeron declaraciones sobre cuestiones como la libertad religiosa (Dignitatis Humanae), la actitud de la Iglesia hacia las religiones no cristianas (Nostra Aetate)  y la educación cristiana (Gravissimum Educationis)[1].
Es en este contexto que surge el tradicionalismo católico.
El tradicionalismo católico se define como un movimiento internacional para preservar los patrones religiosos, ideológicos, organizativos y culturales anteriores al Concilio.
Surgió de manera difusa y segmentada, cosa que se observa hasta la fecha.
El movimiento fue inicialmente parte del descontento católico conservador con las iniciativas de reforma. 
Sus características ideológicas distintivas incluyen una tendencia a la lectura literal y ahistórica de los documentos de la Iglesia anteriores al Vaticano II (particularmente los del Concilio de Trento, el Vaticano I y encíclicas antimodernas papales) y una fuerte orientación conspirativa, a menudo embebida de imágenes apocalípticas.
El elemento más extremo del movimiento, los sedevacantistas, afirman que el Vaticano II fue un falso concilio, que los papas recientes son herejes depuestos y excomulgados y que el Novus Ordo Missae (la Misa en lenguas vernáculas) es un rito intrínsecamente inválido.
Los elementos más moderados, por su parte, aceptan la autoridad del Magisterio afirmando que el Papa y los obispos han errado el juicio. Estos tradicionalistas también han centrado su atención en supuestas contradicciones entre la doctrinal de la Iglesia pre y post Vaticano II. 
Como podrán imaginar, los tradicionalistas han desafiado abiertamente a la jerarquía de la Iglesia al establecer capillas ilícitas y centros de Misa en una campaña para salvar su forma tridentina latina.
La primera organización tradicionalista, el Movimiento Católico Tradicionalista, Inc., se lanzó públicamente en los Estados Unidos en Marzo de 1965, cuando el Reverendo Gommar de Pauw, profesor de teología y derecho canónico en el Seminario Mount St. Mary's en Emmitsburg, Maryland, emitió el Manifiesto Católico Tradicionalista, contra el Vaticano II protestante de la fe católica romana.
A principios de la década de 1970, otras organizaciones tradicionalistas se habían formado bajo varios nombres en ese país. Los más conocidos son el Movimiento Ortodoxo Católico Romano, los Católicos Tradicionales de América, los Católicos Romanos de América, la Asociación de San Pío V, y en Europa la ya mencionada Fraternidad Sacerdotal de San Pío X.
Estos grupos establecieron una red mundial de publicaciones tradicionalistas, escuelas, capillas y centros de Misa que promueven la teología y práctica litúrgica y sacramental previa al Concilio.
Sin ninguna duda, la figura más visible en el movimiento tradicionalista es el archiconocido Marcel Lefebvre. Tras el Concilio Vaticano II, el ex arzobispo de Dakar (Senegal) y de Tulle (Francia), se alió con estas fuerzas.
En 1968, renunció como jefe de los Padres del Espíritu Santo en una disputa sobre la reforma del orden de acuerdo con las directivas del Vaticano II. Lefebvre se mudó a Roma para retirarse, pero por su propia cuenta fue buscado por hombres jóvenes que deseaban dirección en la formación sacerdotal.
En Octubre de 1970 Lefebvre abrió un seminario en Econe, Suiza. Al mes siguiente, el obispo de Friburgo estableció canónicamente la Fraternit é Sacerdotale de Saint Pie X.
Tras una investigación canónica de su seminario en 1974, el arzobispo francés emitió una Declaración mordaz repudiando las tendencias neomodernistas y neoprotestantes manifestadas en los Documentos del Vaticano II. Durante los siguientes meses se llevó a cabo una serie de reuniones, negociaciones, y un intercambio de cartas entre Lefebvre y el Vaticano. En Junio de 1975, el Papa San Pablo VI eliminó la aprobación canónica de la FSSPX y todos sus establecimientos. En Julio de 1976, tras el desafío público de una directiva explícita del Vaticano que prohibía nuevas ordenaciones. Lefebvre fue privado de la autoridad canónica para ejercer sus poderes sacerdotales.
Las negociaciones posteriores no lograron resolver el conflicto entre el arzobispo francés y Roma. La fraternidad sacerdotal de Lefebvre actualmente opera una red internacional de seminarios, capillas, escuelas y fundaciones religiosas, y sigue siendo la fundación insignia de la causa tradicionalista.
El número de seminaristas aumentó de un puñado en 1970 a más de 350 sacerdotes ordenados a mediados de la década de 1990.
En 1987, a los 82 años, el arzobispo Lefebvre dio a conocer su intención de perpetuar el movimiento consagrando sucesores episcopales. Para evitar el cisma, el Vaticano hizo varios intentos de acercamiento, pero todos fracasaron. Finalmente, el 30 de Junio de 1988 Lefebvre ordenó a cuatro obispos, todos miembros de la FSSPX. Como procedió desafiando las directivas papales, Lefebvre y sus cuatro obispos incurrieron automáticamente en la excomunión[2].

Acusaciones tradicionalistas contra el Vaticano II

Una razón sencilla por la que un tradicionalista honesto está siempre en riesgo de caer en el sedevacantismo es que sencillamente no hay forma de afirmar con sinceridad y conocimiento que el Concilio Vaticano II no tiene peso doctrinal. Porque sí, esa es la afirmación clave de los tradicionalistas intermedios (aquellos que, sin rechazar la autoridad papal, no están en plena comunión con la Santa Sede).
Quien esté interesado en el tema, con frecuencia habrá visto comentarios que afirman que la autoridad del Concilio es problemática porque el Papa Pablo VI dijo que no promulgaba ninguna definición dogmática. 

Hay quienes preguntan qué autoridad, qué calificación teológica el Consejo pretendía dar a sus enseñanzas, sabiendo que evitaba emitir definiciones dogmáticas solemnes que involucraran la infalibilidad del Magisterio eclesiástico. Quien recuerda la declaración conciliar del 6 de marzo de 1964, repetida el 16 de noviembre de 1964, conoce la respuesta: dado el carácter pastoral del Consejo, evitó pronunciar, de manera extraordinaria, dogmas dotados de la nota de infalibilidad.
-San Pablo VI en  audiencia general, 12 de Enero de 1966. 

Lo primero que hay que tener en cuenta sobre esta afirmación es que no fue en sí misma un ejercicio del Magisterio. Se dijo en una audiencia general, que de ninguna manera puede interpretarse como que tiene la intención de enseñar en virtud de la autoridad apostólica del Papa a toda la Iglesia en materia de fe y moral. Un manejo teológico preciso de esta cita, por lo tanto, exige que no se le de un peso decisivo.
Por ejemplo, no reemplazaría de ninguna manera una declaración clara de un consejo ecuménico de lo contrario. No obstante, lo analizaremos como si fuese una declaración magistral, de modo que podamos entender lo que requeriría de nosotros si así fuera.
La segunda cosa a tener en cuenta es que, por la naturaleza misma de las cosas, tanto un concilio ecuménico como el Papa mismo están protegidos del error cuando tienen la clara intención de enseñar en virtud de su autoridad apostólica a toda la Iglesia en materia de fe o moral.
Esta libertad de error puede describirse de dos maneras. Cuando la enseñanza se identifica formal y precisamente como un ejercicio del Magisterio para resolver algún asunto, se considera un acto del Magisterio extraordinario y cumple con la definición de infalibilidad dada en el Vaticano I. Cuando la enseñanza se imparte de una manera menos formal y de manera más instructiva, se considera un acto de Magisterio ordinario, y su libertad de error está garantizada por el hecho de que cada católico está obligado a aceptar tales enseñanzas. De hecho, la razón completa de tal protección por el Espíritu Santo es que no se puede permitir que este obligue a toda la Iglesia al error, lo que anularía la promesa de Cristo de estar con ella.
La tercera, por su parte, es que incluso si se analiza estrictamente como debe ser siempre una declaración magisterial, no dice lo que muchos creen que dice. Lo que dice no es que haya una posibilidad de error en sus decretos (en la enseñanza de fe y moral) sino que el Consejo, debido a su propósito particular, no propuso ningún dogma a través del ejercicio extraordinario de su Magisterio. 
En otros sitios, el Papa enfatizó en más de una ocasión que no se debe entender que el Concilio haya enseñado nada contrario a lo que la Iglesia había enseñado en el pasado, y que todo lo que enseñó debe ser interpretado de manera consistente con la enseñanza anterior. Aquí nuevamente, algunos han argumentado que esto significa que somos libres de rechazar cualquier cosa del Concilio que nos parezca diferente. Pero todo esto significa que es lo mismo que ocurre con cualquier ejercicio magisterial, que el Magisterio siempre debe entenderse de tal manera que tanto las formulaciones más antiguas como las más nuevas se consideren verdaderas. 
Ahora, para finalmente poner en perspectiva nuestra cita de la audiencia general primero hemos de tener en cuenta la siguiente oración: 

Pero [el Consejo] ha invertido sus enseñanzas con la autoridad del magisterio ordinario supremo, qué magisterio ordinario es tan obviamente auténtico que debe ser aceptado con docilidad y sinceridad por todos los fieles, de acuerdo con la mente del Consejo, tal como se expresa en la naturaleza y los objetivos de los documentos individuales

¿A que la cosa cambia, no? 
En segundo lugar, debemos considerar todas las otras declaraciones que hizo el Papa sobre este mismo tema. Dos de estos son magisteriales, incluidos en los actos del propio Concilio. Cada documento termina con esta declaración: 

Todas y cada una de las cosas establecidas en este [aquí se nombra el tipo de documento] han obtenido el consentimiento de los padres. También nosotros, por la Autoridad Apostólica que nos confió Cristo, nos unimos a los venerables Padres para aprobar, decretar y establecer estas cosas en el Espíritu Santo, y ordenamos que lo que se ha promulgado en el Sínodo se publique para la gloria de Dios ... I , Pablo, obispo de la Iglesia católica.
 
Además, todo el cuerpo del trabajo del Concilio fue promulgado por Pablo VI de la siguiente manera el 8 de Diciembre de 1965:

Decidimos además que todo lo que se ha establecido sinodalmente debe ser observado religiosamente por todos los fieles, para la gloria de Dios y la dignidad de la Iglesia ... hemos aprobado y establecido estas cosas, decretando que las cartas actuales son y permanecen estables y válidos, y deben tener efectividad legal, para que se difundan y obtengan un efecto completo ...


 En conjunto, estas dos declaraciones hacen que el Concilio Vaticano II sea ecuménico, aprobado y promulgado por el sucesor de San Pedro y por lo tanto un ejercicio magisterial de la mayor importancia.
Entre las declaraciones no magisteriales que apoyan esta idea, podemos citar la siguiente declaración, extraída de la misma audiencia general de la que hemos hablado:

La herencia del Consejo está constituida por los documentos que se promulgaron en varios momentos concluyentes en las discusiones y deliberaciones; estos documentos son de diversa naturaleza; algunas son Constituciones (cuatro), algunos Decretos (nueve) y algunas Declaraciones (tres); pero todos juntos forman un cuerpo de doctrina y de ley que debería dar a la Iglesia esa renovación para la cual se puso en marcha el Concilio. Captar, estudiar, aplicar estos documentos es el deber y la tarea feliz del período postconciliar.

Unos diez años después, en una alocución al consistorio secreto de cardenales el 24 de Mayo de 1976 el Papa Pablo VI abordó específicamente la desobediencia de Lefebvre y sus seguidores respecto al Concilio Vaticano II. Sin ser magisteriales, estas declaraciones hablan por sí solas: 

Hay quienes, con el pretexto de una mayor fidelidad a la Iglesia y al Magisterio, rechazan sistemáticamente las enseñanzas del propio Concilio, su aplicación y las reformas que se derivan de él, su aplicación gradual por parte de la Sede Apostólica y las Conferencias Episcopales, bajo nuestra autoridad, querido por Cristo.

De hecho, se quejó también de que se considerara al Vaticano II como no vinculante:

Incluso se afirma que el Concilio Vaticano II no es vinculante; que la fe estaría en peligro también debido a las reformas y directrices post-conciliares, que es un deber de desobedecer para preservar ciertas tradiciones. Que tradiciones ¿Pertenece a este grupo, y no al Papa, ni al Colegio Episcopal, ni a un Consejo Ecuménico, establecer cuál de las innumerables tradiciones debe considerarse como la norma de la fe[3]?

Alguno podrá decirme que sobreestimo el valor del Magisterio ordinario como fuente de doctrina a obedecer. Pues nada más lejos de la realidad, y como prueba les anexo un excelente artículo de Dave Amstrong[4]. La opinión de que un eclesiástico puede ser legítimamente corregido, e incluso acusado, por súbditos y laicos está condenada como mínimo desde el Papa Gregorio XI. Alguien podría apelar al caso de Honorio o Juan XXII para contrariarme, pero la anatemización del primero nunca recibió sanció por parte del Papa de aquél momento[5], y el segundo dijo sus opiniones a título personal, sin enseñarla en documentos oficiales. Esto por no mencionar que, en realidad, el dogma de la visión beatífica no estaba claramente definido en aquél tiempo[6].
Sabiendo esto, podrá usted entender porqué estos señores concluyen que, si el Vaticano II contiene errores, eso prueba que no se trata de un auténtico Concilio, y que por extensión quienes lo convocaron y participaron de él son antipapas y antiobispos.
Pero...¿Son ciertas tales acusaciones? 
En futuros artículos, las evaluaremos una por una a fin de comprobarlo.

Bibliografía

1.Enciclopaedia Britannica. "Concilio Vaticano II". Ver informe completo en: https://www.britannica.com/event/Second-Vatican-Council

2.Encyclopaedia.com. "Catholic traditionalism". Ver informe completo en: https://www.encyclopedia.com/religion/encyclopedias-almanacs-transcripts-and-maps/catholic-traditionalism

3.Mirus, Jeffrey. "Pope Paul VI on Vatican II". Ver informe completo en: https://www.catholicculture.org/commentary/pope-paul-vi-on-vatican-ii/

4.Armstrong, Dave. "Pope Francis Accusers Reject Magisterial Teaching on Popes". Ver informe completo en: https://www.patheos.com/blogs/davearmstrong/2020/07/pope-francis-accusers-reject-magisterial-teaching-on-popes.html

5.Armstrong, Dave. "Did Pope Honorius I Teach The Monothelite Heresy?" Ver informe completo en: https://www.patheos.com/blogs/scottericalt/pope-honorius-teach-heresy/

6."Papa Juan XXII". Ver informe completo en: https://es.qwe.wiki/wiki/Pope_John_XXII#Beatific_vision_controversy

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