sábado, 26 de septiembre de 2020

¿Existe Dios? Una propuesta de argumento teísta.

 

  



El debate en torno a la existencia de una divinidad omnipotente, omnisciente, omnipresente y benévola ha dividido a la humanidad durante siglos. ¿Existe Dios? Esa es la pregunta a la que intentaré, desde la mayor humildad, dar respuesta en este breve, muy breve artículo, a fin de poner mis conclusiones en posición de ser debatidas por mis contrarios y correligionarios. 

La premisa fundamental de nuestro análisis es que todo ente se compone de dos elementos, la existencia (que es) y la esencia (lo que es). El fundamento de esta división ontológica entre ambos fenómenos no es gratuito. Hay quien puede afirmar, ciertamente, que ambos fenómenos son coextensivos o incluso equivalentes, pero tras mucho pensarlo, he llegado a la conclusión de que eso sencillamente no es posible. Consideremos por un momento la naturaleza de la existencia y la de su contraria, la inexistencia (si es que en esta se puede hablar de naturaleza). La existencia normalmente se concibe como un acto de posesión de unos atributos definidos, con lo que lógicamente precede a todos ellos. Sin embargo, como se demostrará a continuación, esto sencillamente no es posible.

La inexistencia, por su parte, es (por decirlo de algún modo), una ausencia ontológica, un no ser. Sabiendo esto, cabe preguntarse cómo el movimiento puede ser posible en un ente que posea la existencia (definida como un acto de posesión) por sí mismo. Es muy simple de entender: ¿Cómo puede el ser tener la capacidad de engendrar una ausencia absoluta? ¿Cómo puede ser creado el no ser? 

 No olvidemos que, como señalaba el Filósofo, el cambio es posible gracias a los entes que ya existen en potencia. Pero ¿Cómo puede haber potencialidad de no ser, de algo que por definición no puede existir como potencia?

La objeción principal que se puede plantear aquí es que no es la nada lo que se crea, sino un nuevo ser. Sin embargo, es de destacar que esta misma creación implica destruir lo preexistente, o lo que es lo mismo, que el ser albergue la potencialidad del no ser, lo cual es un absurdo. 

Entonces, el ser no puede ser un acto de posesión de atributos, sino que ha de ser la condición precedente que permite dicha posesión. Este ser tampoco puede existir en los entes en sí, puesto que la esencia de estos es la de un conjunto de atributos mutables.

La única solución posible es, pues, que el Ser exista independientemente de los atributos particulares, sin poder ser afectado por ellos, sin albergar en sí la potencialidad del no ser. Sería, pues, eterno e inmutable.

Pero ¿Cuál es la naturaleza exacta de este Ser? La respuesta es que a esto ni siquiera podemos concebirlo, sencillamente porque estamos hablando de un Ente que es sus propios atributos. Es obvio que no puede existir ser sin esencia. Es inconcebible un es sin un lo que es. Ahora: en el caso del Ser por excelencia, su naturaleza es esa misma, Ser.

Lo que sí podemos saber es cuáles son sus atributos (los cuales posee en función de su propia naturaleza), y a eso viene lo que sigue. 

Ya para concluir, quisiera responder a la interrogante de porqué concluyo que el Ser Necesario del que hablamos aquí es Dios, y a eso va lo que viene ahora. Si este ente posee la existencia, si mejor dicho, es la existencia, se deduce que debe poseer en sí todos los atributos ontológicamente posibles, puesto que caso contrario estos no podrían ser concebidos como posibles. Nada puede dar aquello que no posee, ya como potencia o como acto. En el caso del Ser, ya que él es la fuente de todos los atributos (como se especificará en breve) y carece enteramente de potencias, entonces si puede dar algo significa que ya lo posee en algún sentido. Pongamos como ejemplo a la inteligencia: ¿Es ontológicamente posible una Inteligencia infinita? Definitivamente, puesto que si no lo fuera, no podríamos ni siquiera pensar en ella. Sería algo así como un círculo cuadrado. Ahora: si existe como posibilidad, entonces ha de existir en el Ser, así como la Sabiduría infinita, la Bondad infinita y demás atributos extensibles, puesto que en Dios, que es inmutable, no caben potencialidades. En cuanto al atributo de omnipotencia, Dios ciertamente sería omnipotente, en el sentido de poder todo lo ontológicamente posible, que incluye modificar todo lo que no sea Él mismo. Alguien podría preguntar si Dios no podría meramente poseer la potencialidad de dar esos atributos, y la respuesta es que no: ya dijimos que el Ser no puede dar aquello que no tiene. Además, nada que no exista en Él puede ser traído a la existencia, ya que Su Esencia es precisamente aquella de la que todas las demás esencias son por participación. Tener sólo el poder de dar la potencialidad de determinadas formas de ser sería, por tanto, lo mismo que no tener la capacidad de darlas en absoluto, una contradicción en sí misma, ya que cosas como la inteligencia no existirían en él ni como potencia (ya que en sí mismo no tiene potencialidades) ni como acto. Esto por no mencionar que, si así fuese, y sin una inteligencia reguladora, no habría ninguna clase de orden en la creación, sino que estos atributos se manifestarían en forma infinita e ilmitada.

Se puede objetar que Dios de hecho puede dar un atributo que Él mismo no posee: la mutabilidad. Sin embargo, es de destacar que dicho atributo no lo es en el mismo sentido en que lo es la inteligencia, la bondad o la belleza. Este es una relación con el Ser, de participación y no participación en el mismo. La inteligencia, en cambio, es algo que Este tiene que poseer para dar, ya que no hay forma en que la mera relación con el Ser pueda generarla.

Tampoco se sostiene la idea de potencialidad externa, es decir, de potencialidad en relación con los contingentes, ya que en ese caso la potencia residiría en los contingentes y no en Dios, así como la potencialidad de arder radica en la madera y no en el calor del ambiente. Y Dios seguiría sin poseer ni en acto ni en potencia la inteligencia, con lo que no podría darla.

Una objeción posible es la que reza que Dios no tendría porqué poseer ningún atributo ya que, como dijimos, Él sería la condición previa a la posesión de atributos. El problema con esto es que, si no proviniesen de Dios, tendrían que haber salido de la nada, y de la nada por definición nada puede salir. Tampoco podrían ser generados aleatoriamente, ya que en Dios no hay potencialidad. 

Otra objeción es que si Dios es la condición de posesión de atributos ¿Cómo es que los que participan de Su Ser no sean también infinitamente sabios, bondadosos e inteligentes? La respuesta a esto es que participar del Ser de Dios no implica participar de todos slos atributos que este posee. 

Es particularmente interesante el hecho de que Dios tendría también organización infinita, lo que se traduce en que es absolutamente simple. 

Además, precisamente el Ser que es Dios sería la fuente de todos los atributos, que se combinarían en diferentes grados y formas para generar la realidad material, ya que si así no fuera no podrían salir de ninguna otra parte.

No se confunda esto con la doctrina del panteísmo, condenada por la Iglesia desde antes del Concilio Vaticano I. No es que Dios cree a las entidades de una parte de sí, sino que confiere a través del acto de participación los atributos que Él mismo posee.






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